Rigs To Reefs
Ana Alemany | Three Knots Magazine | 02 de Agosto de 2021
De plataformas petrolíferas a arrecifes de coral.
Rigs To Reefs
Ana Alemany | Three Knots Magazine | 02 de Agosto de 2021
De plataformas petrolíferas a arrecifes de coral.
¿Sabéis cuantas especies pueblan el hábitat marino? Existen 230.000 especies marinas documentadas y registradas, aunque realmente se podría llegar casi al millón, ya que muchas de estas familias han logrado crear subespecies de forma natural, con características taxonómicas suficientemente diferenciadas por lo que deberían ser consideradas especies nuevas e independientes. También es cierto que, en este listado, hay muchas que, aun siendo las mismas, reciben nombres diferentes. Por ejemplo, los cetáceos: se han clasificado más de 1.200 clases, pero se ha llegado a la conclusión que tan solo hay poco más de 80. El resto eran variaciones de nombres de tipos ya clasificados anteriormente. Y eso, si dejamos de lado las bacterias y microorganismos. Si no, esa cifra incluso se duplicaría.
Esto demuestra, una vez más, lo poco que conocemos nuestros océanos y sus habitantes.
Por eso, cuando nos sumergimos en el agua, aparece ante nosotros un mundo casi nuevo, prácticamente inexplorado, lleno de vida y color, que nos provoca una sensación inigualable. Y nace el deseo de cuidarlo, tal vez incluso de una forma un tanto egoísta: cuidarlo para poder disfrutarlo.
Es por ello que el trabajo de Emily Callahan (bióloga) y de Amber Jackson (oceanógrafa) me parece tan plausible. Ambas fundaron en el año 2015 Blue Latitudes, una consultora medioambiental que se dedica, entre otras actividades, a transformar plataformas petrolíferas en desuso en arrecifes artificiales. Ambas son protagonistas de Mujeres de los mares.
¿Sabéis cuantas especies pueblan el hábitat marino? Existen 230.000 especies marinas documentadas y registradas, aunque realmente se podría llegar casi al millón, ya que muchas de estas familias han logrado crear subespecies de forma natural, con características taxonómicas suficientemente diferenciadas por lo que deberían ser consideradas especies nuevas e independientes. También es cierto que, en este listado, hay muchas que, aun siendo las mismas, reciben nombres diferentes. Por ejemplo, los cetáceos: se han clasificado más de 1.200 clases, pero se ha llegado a la conclusión que tan solo hay poco más de 80. El resto eran variaciones de nombres de tipos ya clasificados anteriormente. Y eso, si dejamos de lado las bacterias y microorganismos. Si no, esa cifra incluso se duplicaría.
Esto demuestra, una vez más, lo poco que conocemos nuestros océanos y sus habitantes.
Por eso, cuando nos sumergimos en el agua, aparece ante nosotros un mundo casi nuevo, prácticamente inexplorado, lleno de vida y color, que nos provoca una sensación inigualable. Y nace el deseo de cuidarlo, tal vez incluso de una forma un tanto egoísta: cuidarlo para poder disfrutarlo.
Es por ello que el trabajo de Emily Callahan (bióloga) y de Amber Jackson (oceanógrafa) me parece tan plausible. Ambas fundaron en el año 2015 Blue Latitudes, una consultora medioambiental que se dedica, entre otras actividades, a transformar plataformas petrolíferas en desuso en arrecifes artificiales. Ambas son protagonistas de Mujeres de los mares.
Porque ¿conocéis qué ocurre cuando la vida útil de una plataforma petrolífera, esas grandes estructuras dedicadas a extraer gas natural y petróleo de los yacimientos del lecho marino, llega a su fin?
Pues, aunque parezca increíble, muchas quedan abandonadas, a merced de las tempestades, de la fuerza del mar o incluso de los vándalos. Pero, en 1998, un grupo de naciones (15 en total) suscribieron el protocolo OSPAR (Convención para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico Nordeste), en virtud del cual, las plataformas en altamar no pueden ser abandonadas a su suerte. Han de desaparecer. Y ello lo consiguen desmantelándolas y sacándolas del mar, o hundiéndolas. Evidentemente, la segunda opción es mucho más económica, pero nos dejará el mar convertido en un auténtico vertedero. La primera opción es bastante más laboriosa, porque arrancar y trasladar toda la estructura a tierra firme, desmontarla y reutilizar su material, además de mucho más cara, tiene otros inconvenientes: para retirar esa super estructura, han de remover hasta arrancar los profundos cimientos donde se sustenta. Muchas veces, utilizando incluso explosivos. La eliminación completa de una plataforma, aun realizándolo de la forma más cuidadosa posible, daña terriblemente la vida marina alrededor de las estructuras y deja una huella de carbono enorme.
No obstante, existe una tercera opción, que es acogerse al programa Rigs to Reefs (De Plataformas a Arrecifes), creado en 1985 por el Plan Nacional de Arrecifes Artificiales, que aprobó la Ley Nacional de Mejora de la Pesca de 1984 en el Congreso de los Estados Unidos. Gracias a este programa, una plataforma cuando llega a su fin, puede optar a convertirse en un arrecife artificial viviente. Es una solución costosa, pero podría ser la mitad de lo que cuesta su total desmantelamiento. ¿Cómo se lleva a cabo esta operación? El pozo petrolífero se tapona (corta) y cementa, y los 25 metros superiores de la plataforma se vuelcan, se remolcan y se retiran. El resto de la estructura sumergida debe quedar claramente señalizada en la cartografía del lugar.
Porque ¿conocéis qué ocurre cuando la vida útil de una plataforma petrolífera, esas grandes estructuras dedicadas a extraer gas natural y petróleo de los yacimientos del lecho marino, llega a su fin?
Pues, aunque parezca increíble, muchas quedan abandonadas, a merced de las tempestades, de la fuerza del mar o incluso de los vándalos. Pero, en 1998, un grupo de naciones (15 en total) suscribieron el protocolo OSPAR (Convención para la Protección del Medio Ambiente Marino del Atlántico Nordeste), en virtud del cual, las plataformas en altamar no pueden ser abandonadas a su suerte. Han de desaparecer. Y ello lo consiguen desmantelándolas y sacándolas del mar, o hundiéndolas. Evidentemente, la segunda opción es mucho más económica, pero nos dejará el mar convertido en un auténtico vertedero. La primera opción es bastante más laboriosa, porque arrancar y trasladar toda la estructura a tierra firme, desmontarla y reutilizar su material, además de mucho más cara, tiene otros inconvenientes: para retirar esa super estructura, han de remover hasta arrancar los profundos cimientos donde se sustenta. Muchas veces, utilizando incluso explosivos. La eliminación completa de una plataforma, aun realizándolo de la forma más cuidadosa posible, daña terriblemente la vida marina alrededor de las estructuras y deja una huella de carbono enorme.
No obstante, existe una tercera opción, que es acogerse al programa Rigs to Reefs (De Plataformas a Arrecifes), creado en 1985 por el Plan Nacional de Arrecifes Artificiales, que aprobó la Ley Nacional de Mejora de la Pesca de 1984 en el Congreso de los Estados Unidos. Gracias a este programa, una plataforma cuando llega a su fin, puede optar a convertirse en un arrecife artificial viviente. Es una solución costosa, pero podría ser la mitad de lo que cuesta su total desmantelamiento. ¿Cómo se lleva a cabo esta operación? El pozo petrolífero se tapona (corta) y cementa, y los 25 metros superiores de la plataforma se vuelcan, se remolcan y se retiran. El resto de la estructura sumergida debe quedar claramente señalizada en la cartografía del lugar.
¿Son posibles candidatas todas las plataformas existentes en los mares? La respuesta es no. Tan solo alrededor de un 30% podrían optar a este programa. Cada plataforma debe estudiarse caso por caso por medio de unas extensas evaluaciones ecológicas, y consensuar el valor potencial que pueda añadir al ecosistema local. Algunas plataformas tienen una estructura más compleja, con muchas vigas transversales que pueden atraer la vida a los rincones y grietas, mientras que otras son más simples, menos profundas, o no están en ubicaciones ideales. Si se encuentran en la base de la desembocadura de un río, donde existe mucha sedimentación, no serían buenas candidatas para un arrecife. Otro factor determinante es la antigüedad de la estructura y la cantidad de vida que reúne.
Aquí es donde estas Amber y Emily literalmente se sumergen y bucean. Las fundadoras de Blue Latitudes fueron incluidas en 2018 en la lista Forbes, en la categoría de menores de 30 años, como unas de las 30 personalidades más importantes en el sector energético marino.
Desde que el programa se creó en 1985, en el Golfo de México se han convertido casi 600 plataformas. Esto es una noticia excelente, pero la realidad es que en el resto del mundo las cosas no han ido tan bien, ya que muy pocos países han aprobado una ley de conversión en arrecifes, y menos aún la han aplicado. Entre ellos, la otra única área productora (aunque en mucho menor medida) del propio país, como es California, en la costa este. La intención de Blue Latitudes es concienciar al mundo en general (incluidos empresas, legisladores y gobiernos) sobre el futuro de conservación de los océanos. Pero tienen un duro trabajo por delante. En el Mar del Norte, donde se concentra una gran cantidad de plataformas, son muy reacios a implementar este programa. Tal vez porque en esa zona hay muchos países con gestiones, culturas o políticas ambientales diferentes.
Su trabajo cada día es una aventura diferente, y uno de sus proyectos fue evaluar biológicamente el lugar propuesto para que el artista Doug Aitken expusiera su obra “Underwater Pavilions”: tres esculturas submarinas flotando debajo de la superficie del océano, en la isla de Catalina, frente a las costas de California. La evaluación incluyó una extensa descripción de los diversos tipos de hábitat en esa área.
Otro trabajo muy interesante es el que se ha recogido en su película “Transecting Borneo”, en el canal Matador Originals, un documental de poco más de 30 minutos, muy recomendable, donde muestran la primera plataforma que han convertido en hotel de ecoturismo, en Borneo (Malasia), un lugar excepcional para los amantes del buceo.
¿Son posibles candidatas todas las plataformas existentes en los mares? La respuesta es no. Tan solo alrededor de un 30% podrían optar a este programa. Cada plataforma debe estudiarse caso por caso por medio de unas extensas evaluaciones ecológicas, y consensuar el valor potencial que pueda añadir al ecosistema local. Algunas plataformas tienen una estructura más compleja, con muchas vigas transversales que pueden atraer la vida a los rincones y grietas, mientras que otras son más simples, menos profundas, o no están en ubicaciones ideales. Si se encuentran en la base de la desembocadura de un río, donde existe mucha sedimentación, no serían buenas candidatas para un arrecife. Otro factor determinante es la antigüedad de la estructura y la cantidad de vida que reúne.
Aquí es donde estas Amber y Emily literalmente se sumergen y bucean. Las fundadoras de Blue Latitudes fueron incluidas en 2018 en la lista Forbes, en la categoría de menores de 30 años, como unas de las 30 personalidades más importantes en el sector energético marino.
Desde que el programa se creó en 1985, en el Golfo de México se han convertido casi 600 plataformas. Esto es una noticia excelente, pero la realidad es que en el resto del mundo las cosas no han ido tan bien, ya que muy pocos países han aprobado una ley de conversión en arrecifes, y menos aún la han aplicado. Entre ellos, la otra única área productora (aunque en mucho menor medida) del propio país, como es California, en la costa este. La intención de Blue Latitudes es concienciar al mundo en general (incluidos empresas, legisladores y gobiernos) sobre el futuro de conservación de los océanos. Pero tienen un duro trabajo por delante. En el Mar del Norte, donde se concentra una gran cantidad de plataformas, son muy reacios a implementar este programa. Tal vez porque en esa zona hay muchos países con gestiones, culturas o políticas ambientales diferentes.
Su trabajo cada día es una aventura diferente, y uno de sus proyectos fue evaluar biológicamente el lugar propuesto para que el artista Doug Aitken expusiera su obra “Underwater Pavilions”: tres esculturas submarinas flotando debajo de la superficie del océano, en la isla de Catalina, frente a las costas de California. La evaluación incluyó una extensa descripción de los diversos tipos de hábitat en esa área.
Otro trabajo muy interesante es el que se ha recogido en su película “Transecting Borneo”, en el canal Matador Originals, un documental de poco más de 30 minutos, muy recomendable, donde muestran la primera plataforma que han convertido en hotel de ecoturismo, en Borneo (Malasia), un lugar excepcional para los amantes del buceo.
Todas las fotografías pertenecen a Blue Latitudes – Rig2Reef Exploration.
Todas las fotografías pertenecen a Blue Latitudes – Rig2Reef Exploration.